Violencia de género

Si sientes o has sentido que...

  • Tu pareja controla lo que haces, donde vas, con quien hablas, etc.
  • Dudas frecuentemente en decisiones que antes tomabas sin dificultad por temor a que él se moleste.
  • Cuando se enfada, sientes temor de lo que pueda hacer.
  • Tu pareja te insulta o amenaza.
  • Tu pareja dice cosas sobre ti que te hacen daño.
  • Has ido perdiendo progresivamente el contacto con las personas que antes eran importantes en tu vida (familia, amigos..) porque a él no le gustan.
  • Sientes que debes excusarle delante de otras personas cuando hace cosas inapropiadas.
  • Has cambiado tu forma de comportarte, de vestir, de ser para adaptarte más a lo que él quiere.

Posiblemente hayas sufrido o estés sufriendo violencia de género. Aunque desde dentro de la relación es complicado tomar conciencia de ello, muchas mujeres pueden estar siendo víctimas de sus parejas a través de este tipo de violencia que se ejerce contra ellas por el hecho de ser mujer. Si has sentido que alguna de estas frases coinciden con lo que estás viviendo o llevas tiempo sintiendo que algo no va bien en tu relación, continua leyendo.

¿Qué es la violencia de género?

En todas las sociedades existen ideas acerca de cómo debe ser lo masculino y lo femenino, normalmente estos estereotipos o mandatos tienden a situar a la mujer en un papel de indefensión y vulnerabilidad a la hora de sufrir este tipo concreto de violencia, que se ha denominado violencia de género. Consiste en todas las actitudes de violencia (explícita o velada) que se ejerce sobre una mujer por el hecho de serlo de modo que el hombre mantenga el control y dominio. En los casos en los que esta violencia se ejerce sobre la pareja o expareja el impacto sobre la vida de la mujer es muy fuerte y sufrirá importantes consecuencias psicológicas.

Existen distintas variantes de violencia de género:

  • Violencia psicológica: Aquella que produce un daño psicológico, ejercida a través de los insultos, desvalorizaciones, humillaciones, silencios…
  • Violencia física: acciones que dañan a la mujer en su integridad física como golpes, empujones, quemaduras, etc
  • Violencia económica: Hace referencia a los comportamientos que controlan y evitan la libre disposición de dinero por parte de la mujer, obligándola a depender de su pareja y por tanto viéndose sometida a un control externo sobre su propia vida y su capacidad para salir de la relación.
  • Violencia sexual: es la que impacta y amenaza la libertad sexual de la mujer creándole un daño a este nivel, puede ocurrir al forzar una relación sexual no deseada a través de la fuerza o mediante chantaje emocional que supone una coacción por miedo al abandono, la infidelidad, etc.
  • Violencia social: consiste en aislar a la mujer de su entorno más cercano que constituía una red de apoyo para ella. Puede hacerse de modo explícito mediante la prohibición de contacto con ciertas personas o de un modo más velado no siendo la mujer tan consciente de que el aislamiento lo está provocando él.
  • Violencia ambiental: se trata de aquellas conductas que crean un clima de tensión y agresividad y que obligan por tanto a permanecer alerta ante un posible daño. Se puede generar a través de violencia contra los objetos de la casa, conduciendo de modo temerario, por ejemplo.
  • Violencia vicaria: este tipo de violencia consiste en hacer un daño a la mujer a través de las personas o animales de compañía importantes para ella. Podemos encontrar aquí agresiones hacia los hijos evitando que ella pueda defenderlos o socorrerlos atentando así no solo contra el hijo sino también contra el vínculo emocional que hay entre él y la madre.

Todos estos actos de maltrato impactan en la vida de la mujer notablemente produciéndole un daño en su autoestima, un estado constante de tensión y miedo con lo que ello produce a nivel psicosomático y de calidad de vida, confusión mental, aislamiento y en los peores casos, la propia muerte.

Ciclo de la violencia

Cuando la violencia de género existe en una relación de pareja, suele seguir un patrón cíclico a través de varios momentos que se repiten una y otra vez:

  • Acumulación de la tensión: durante un tiempo aparecen conflictos que se acumulan generando una tensión latente.
  • Estallido de la tensión: Tras la acumulación anterior, una situación concreta, no necesariamente muy grave, desencadena la agresión en cualquiera de sus vertientes. Funciona como una descarga de todo lo anteriormente "archivado".
  • Luna de miel: después del estallido de la tensión, suele ocurrir un intento de alejamiento de la mujer, ya sea intentando cortar la relación o simplemente mostrándose más distante. En este momento, es frecuente que el agreso se muestre arrepentido y pueda verbalizar su intención de cambio por lo que se entra en una etapa de reconciliación. En poco tiempo habrán entrado de nuevo en la primera fase de acumulación de tensión.

A medida que avanza la relación, la fase de luna de miel se hace más corta incluso llegando a desaparecer. Como un modo de adaptarse y protegerse de la dinámica de la relación, la mujer pone en marcha estrategias de compensación o de evitación de situaciones que puedan generar tensión en su pareja y que ella ha aprendido en el tiempo de la relación. A través de una falsa sensación de control (ya que no es ella quien provoca esas reacciones) deja de hacer planes con sus amigos, cambia su modo de vestir, se ocupa más de las tareas del hogar... todo bajo el deseo y la promesa de que la relación mejore.

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Consecuencias en las mujeres que sufren violencia de género

Cuando la violencia se da dentro de una relación de pareja, se experimenta un profundo dolor por el vínculo que existe entre las dos personas y las expectativas que se suelen poner en la relación. Las mujeres suelen entrar en un estado constante de confusión, sensación de no ser válidas y de no saber hacer las cosas por sí mismas. Esto constituye una herida narcisista afectando a la propia identidad y por tanto a la posibilidad de salir de la relación. El proceso de la violencia de género suele ser progresivo inciándose con maltrato psicológico de modo que cuando aparece la violencia física o sexual explícita la mujer ha llegado a normalizar y minimizar las conductas de su pareja y no se siente capaz de hacerle frente por esa identidad desvalorizada que ha ido interiorizando.

Los síntomas a nivel psicológico que suelen sufrir son muy parecidos a los que tienen las personas que han vivido situaciones traumáticas: tristeza, sensación de alerta constante, miedo, reexperimentación de situaciones de violencia a través de pesadillas o imágenes mentales que irrumpen en la mente; dificultad para concentrarse y para dormir… Además, es muy frecuente que todo ello aparezca entremezclado con sensación de vergüenza o sentimientos de culpa.

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La violencia de género en adolescentes

A pesar de sostenerse sobre patrones de género antiguos, la violencia de género también se da entre adolescentes. Los estudios nos dicen que los chicos adolescentes mantienen ideas como que los celos son una expresión de amor y uno de cada tres jóvenes considera inevitable o aceptable en algunas circunstancias "controlar los horarios de la pareja", "impedir a la pareja que vea a sus familiares o amigos" o "no permitir que la pareja trabaje o estudie".

Es importante entender que por la propia etapa evolutiva en la que están, la violencia de género no siempre da las mismas señales en las chicas que la sufren, estos signos pueden ayudarnos a detectarlo a los padres o amigos:

  • Desde que está con su pareja se aísla de sus amigas, evita salir con ellas.
  • Cambia de modo llamativo su modo de vestir o maquillarse.
  • Está más pendiente de lo normal del móvil y habitualmente tiene conversaciones con su novio que le cambian el estado de ánimo
  • Se muestra más agresiva o rebelde en casa cuando había sido una chica tranquila.
  • Parece muy dependiente de las opiniones del novio.
  • Saben que el chico tiene ideas machistas y le ha agredido verbal o físicamente.

Si como padres se sospecha que una hija puede estar sufriendo este tipo de violencia o al menos que está en una relación tóxica, es conveniente consultar con profesionales. Estos le darán pautas para un acercamiento eficaz a la chica que ayude a entender el proceso en el que se encuentra y a salir de él. Igualmente será un objetivo importante que la propia adolescente quiera dar el paso de acudir a sesiones de terapia para conseguir pasar página y curar la herida que este tipo de relaciones siempre deja en la autoestima sin embargo, si en un primer momento la chica no es consciente de la situación y por tanto no quiere recibir ayuda, el asesoramiento a los padres será fundamental para lograr ese cambio de visión en ella.

Cómo tratamos la violencia de género

Como hemos detallado antes, en ocasiones las mujeres víctimas de violencia se plantean o llegan a intentar abandonar la relación siendo esto muy dificultoso para ellas por los recursos con los que cuentan tras meses o años habiendo sido desvalorizadas por su pareja. Se requiere lo que los profesionales hemos llamado un proceso de empoderamiento para recuperar la capacidad de hacer frente a la situación de maltrato. Es importante confiar en un profesional que pueda devolver una mirada de valía, de poder, al fin y al cabo, una mirada real de la mujer que le permita salir adelante con sus propios recursos que creía había perdido.

El trabajo psicoterapéutico se centrará en facilitar ese espacio libre de tensión y miedo, en acompañar y empoderar a la mujer sin ser juzgada. Ayudar a la toma de conciencia y a la legitimización de las emociones sentidas. El profesional será esa persona que a través de sus conocimientos ayudará a elaborar lo vivido tratando la herida que deja haber sobrevivido a la violencia para que termine siendo una cicatriz que no duela.

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