Todas las personas hemos vivido alguno de esos días en los que todo nos sienta mal, estamos más pesimistas, las dificultades cotidianas nos molestan… Cuando esta manera de estar se mantiene en el tiempo y día tras día vamos viendo que nos sentimos de mal humor, es momento de pararnos a ver qué nos sucede, ya que el estado de ánimo irritable puede ser un aviso de algún problema psicológico que debemos atender. Veamos cuales son las causas más habituales del mal humor o irritabilidad.
A menudo, nos podemos sentir irritables cuando estamos atravesando una etapa de estrés. El mal humor es una respuesta emocional natural ante una situación que nos desborda, sobrepasando nuestro umbral de tolerancia a las demandas externas. De alguna forma, esa irritabilidad nos avisa a nosotros y nuestro entorno relacional de que no podemos sostener mucho más tiempo el nivel de carga que llevamos. Por este motivo, es importante que aprendamos a escuchar y atender las primeras señales de malestar, para poder manejar las situaciones concretas de la mejor forma posible: ya sea descansando, dedicando tiempo a hacer actividades placenteras o pidiendo ayuda. De este modo, evitamos agotar nuestros recursos personales y entrar en un estado de estrés mantenido en el tiempo.
Otra de las dificultades que nos puede llevar a desarrollar un estado de animo irritable es la falta de sueño de calidad. Dormir es una de las actividades fundamentales para nuestra supervivencia y bienestar, ya que durante el sueño, nuestro cuerpo se recupera de la actividad diaria y lleva a cabo los procesos de reparación necesarios para sentirnos bien. Cuando no dormimos o no tenemos un descanso de calidad, podemos presentar diferentes síntomas como ansiedad, dificultades de concentración, inestabilidad emocional y síntomas de depresión.
Una de las emociones que sentimos cuando estamos atravesando el duelo por la pérdida de algo o alguien importante, es la rabia o enfado, que nos hace estar de peor humor. Estas emociones son transitorias y necesarias en muchos casos para elaborar la pérdida que hemos vivido, ya sea por el fallecimiento de alguien cercano, una ruptura sentimental, el final de un empleo, etc. Están asociadas al sentimiento de rechazo de aquello que estamos viviendo y no nos gusta, a pesar de que a nivel racional comprendamos la situación, lo que nos lleva a tener una respuesta emocional en consonancia con ese malestar que sentimos.
No solo nos podemos sentir malhumorados cuando tenemos un dolor emocional, ocurre algo similar cuando sentimos dolor físico. Las personas que conviven con dolor, a menudo lo expresan a través de cambios en su estado de ánimo. Poder hablar sobre lo que sentimos puede ser de gran alivio para manejar este estado de ánimo irritable.
Estos son algunos ejemplos de situaciones habituales en las que aparece el mal humor como síntoma de algo que está ocurriendo a un nivel más profundo. No podemos comprender este estado de ánimo sin tener presente a la persona que lo siente y su historia, ya que en circunstancias similares, cada persona reaccionamos de acuerdo a nuestra subjetividad.
Por este motivo, más allá de juicios propios o ajenos hacia lo que sentimos, es más constructivo tomar conciencia de lo que está ocurriendo en nuestro mundo interno, en el presente y conectado con otros momentos de nuestra historia.